En 1937, Japón reinició su expansión por China, iniciándose la Segunda Guerra Sino-japonesa. Después de librar dos batallas con la Unión Soviética, con resultados adversos, Japón ocupó la Indochina, colonia francesa, buscando finalizar la larga contienda en China. Reino Unido, Estados Unidos y otras naciones con intereses en la región respondieron imponiendo un embargo económico que amenazaba con asfixiar al pequeño país. Después de fallidas negociaciones, Japón atacó simultáneamente, sin previa declaración de guerra, a territorios controlados por Estados Unidos, Reino Unido, Tailandia y Holanda en diciembre de 1941.